Hostal Empúries

Quién más quién menos habrá oído hablar de este lugar. Sin ir más lejos ha sido elegido en más de una ocasión como uno de los hoteles con más encanto de la Costa Brava por diferentes medios especializados en viajes y ocio. Algo que tuvo muy en cuenta por ejemplo Sarah Jessica Parker cuando lo eligió para alojarse hace 4 años durante sus vacaciones por España. Seguro que tenéis sitios a los que volvéis siempre que podéis porque os transmiten algo especial y no os cansáis nunca de repetir. Pues el Hostal Empúries es uno de los míos.

He de decir que lo descubrí no hará mucho tiempo. Si no recuerdo mal, hará unos 6 años. En ese momento estaba alojada en otro hotel, un pequeño Bed & Breakfast llamado Les Hamaques, ubicado en Viladamat. Fue mi regalo de Navidad y F. y yo nos fuimos a desconectar y a descansar después de haber vivido una experiencia personal muy dura como fue la interrupción espontánea de mi primer embarazo. Emocionalmente estábamos muy tocados y esa escapada nos servía de terapia para ir superando aquel revés inesperado – el destino quiso que un mes después volviese a quedarme embarazada y que a finales de año naciese nuestra primera hija-. Recuerdo que después de desayunar, y al ver que hacía un día muy soleado (era principios de febrero), alquilamos unas bicicletas y nos fuimos hasta el pueblo de Sant Martí d’Empúries, y desde ahí, seguimos por un camino paralelo a la playa, pasando primero por las Ruinas d’Empúries, para poco después llegar al Hostal. Como estábamos en temporada baja, apenas había gente, y se respiraba una paz inmensa. En ese momento me pregunté como había estado tanto tiempo sin saber que existía tal mágico enclave.

Ese mismo año, y estando embarazada, F. me llevó a comer para celebrar mi 35 cumpleaños al restaurante Villa Teresita, y no fue hasta marzo de 2017, que nos alojamos por primera vez, en una de las habitaciones que tienen balcón con vistas al mar. Además, también disfrutamos de una relajante mañana en las instalaciones del Spa.

Hemos vuelto muchas otras veces, y no siempre para alojarnos (tenemos pendiente ir alguna vez con las niñas), si no para comer o tomar algo en su terraza, o para pasear por los alrededores, o darnos un baño en la coqueta Playa de Portitxol.

Y ya que estamos, os contaré un secreto. Fue en este lugar donde F. y yo decidimos casarnos. La boda -que iba a ser una celebración íntima y sencilla- tenía que celebrarse en primavera de 2018 pero la vida nos sorprendió otra vez y volví a quedarme embarazada, en esta ocasión de mi segunda hija, así que lo acabamos posponiendo. Quién sabe, a lo mejor volvemos a intentarlo 🙂